La Carrera de Gaviotas. ![]() ![]() ![]() Era el principio de las vacaciones de las dos hermanitas, la de mayor, de seis, miraba por la ventana del coche mientras iban al aeropuerto, se fijó en un montón de gaviotas que estaban volando entre el cielo muy azul y la montaña muy verde. ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() Curiosamente las gaviotas volaron todas juntas hasta el aeropuerto, ellas no necesitaron mostrar su equipaje ni líos por el estilo, viajaban tranquilamente con lo puesto, ¡Qué fácil es viajar así! Al subir a su avión la niña mayor miró al cielo y al verlas volando, las saludó con la manito.
Cuando iban llegando al punto de destino, las vio volar rápido-rápido bastante más abajo que ella, sonriente pensó que ella llegaría primero, claro que no valía competir en avión contra las gaviotas... Un avión era como mil gaviotas juntas, bueno quizas sería como un millón. El taxi que las llevaba a casa en la montaña iba por las curvas bordeando el mar, lleno de pestañas blancas.
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Como el atardecer no se hizo esperar, las dos niñas tenían que irse a descansar, para dar buena guerra al siguiente día comenzar. La amiga de Pitzy se quedó un rato en el medio del jardín hablando para arriba y nadie entendía a quien le hablaba, más ella, aclaro se dirijía a su amiga Pitzy... Muy temprano, casi al amanecer, la niña corre hacia las grandes ventanas y mira el árbol... pero ahí no estaba Pitzy, mira al cielo... tampoco.... La inquietud de la niña empezó a molestar un poco a los mayores porque ella quería salir a toda costa, ir al super mercado, a la playa, a comprar caramelitos o simplemente salir a pasear por las montañas del mar. Todos salieron y hubo una mirada que solo miró al cielo. Al cabo de un rato una gran sonrisa se dibujó en esa carita.
![]() La niña bajó con urgencia del coche, corrió hasta la orilla del mar y cabalgó en circulos llamando a su amiga:
Al escuchar el ruido de las alas abrió despacito los ojos, Pitzy estaba a unos metros de ella mirándola de costado así que muy lentamente se fue agachando hasta sentarse. La gaviota un poquito sobresaltada dio un brinco, pero la quietud de la niñita le dio confianza. Fue arrojando muy despacito miguitas haciendo un caminito que cada vez se acercaba más a ella, dejándo la mano tendida con más migas sobre la arena. Un tanto desconfiada fue comiendo las migas una a una observando a la chiquilla de tanto en tanto. ![]() Cuando casi llegaba a la mano daba vueltitas hacia atrás un poco temerosa. El silencio y la quietud convencieron a Pitzy que esa pequeña manito no le haría ningun daño. Al picar por primera vez de la mano la niña creía que el mundo había cambiado de color, pero no dijo nada ni se movió si quiera, fue dándole tantas miguitas como ganas tuviera de comer. Después se puso algunas en un hombro, y ¡si señor! se las comió, Pitzy se sentó en el hombro mientras la niña le iba dando con su manito y a la vez se encaminaba hacia el parasol donde estaba su familia.
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